miércoles, 7 de junio de 2017

Erase una vez...

Erase una vez una niña muy soñadora. 

Imaginaba como sería su vida futura abrazando la almohada antes de dormir, deleitándose en cada detalle, llenándose de ilusión con sólo poder pasear y vivir en sus sueños pre-sueño, escenarios y pasajes tan bonitos como eran. 
En ellos, nada malo podía ocurrir, no existía maldad, no existía enfermedad, no había envidia...todo era precioso, inocente, puro.

La niña fue creciendo y, a pesar de perder ingenuidad, en su corazón seguía albergando la esperanza de encontrar esas sensaciones en el mundo real, que realmente era más duro de lo que pudo sospechar...

Tuvo gran felicidad pero también fueron muchos los golpes, grandes y pequeños. Unos escocieron, un poquito o una barbaridad, otros dolieron de verdad, y los peores, cumplieron su misión, la de enseñar.

Aprendió muchas cosas, incluso las más maravillosas, desde el error, desde el dolor, y así, se dio cuenta de que hasta rotos, su esperanza y su corazón no dejaban de latir ni susurrar "sigue adelante, no te rindas jamás"

Asustada y decidida, por fin creyó que podría. 
Y pudo.

Hoy está plenamente agradecida, sabe cuan importante fueron todas las personas y cada uno de los acontecimientos que pasaron por su vida, y sigue confiando en su interior y en la vida...Vida que le reservaba, y reserva, aún muchas alegrías...

Darse cuenta de su suerte en este mundo y disfrutar de ella, encontrar a su mitad -su milagro particular (picu tqum)- y volver a querer con el alma, un nuevo destino, un nuevo comienzo, esperanza, ilusión, otra oportunidad...felicidad.

A veces se hace difícil continuar, pero, como dice el refrán simplificado "si crees que puedes, podrás"

Merece la pena.