lunes, 23 de agosto de 2010

Lisboa


Es mujer, de eso no hay duda, y espera sentada, sonriendo, tranquila, mirando al horizonte, reviviendo en su memoria maravillosos momentos vividos hace mucho tiempo.
Cuenta historias fantásticas y se acompaña de una melodía
que te impulsa a escucharla.
Y en su cara no hay tristeza, no hay pena, quizás anhelo, melancolía que acompaña a sus arrugas amables, bonitas, cansadas.
Fue inmensamente feliz un día.